“¿Cuando se destruyen las garantías de la palabra como construir [un] otro al que hablarle?”([1])

Esta interrogación nos lleva a reflexionar acerca de la pertinencia de los artefactos simbólicos a construir para que haya palabra y, para que la palabra tenga lugar a través de las relaciones que se puedan articular entre la ley, la verdad y la palabra.

¿Qué quiere decir que haya palabra y que la palabra tenga lugar?

En principio, quiere decir que podría no haber palabra porque podría no haber un lugar en el que la palabra se sustentara como tal, y esto atañe a la verdad. Es necesario que haya verdad para que haya palabra, para que haya palabra de verdad, para que haya palabra que de verdad afecte al cuerpo, que de verdad nos afecte. De aquí, podemos esbozar que el problema de la legalidad en juego en la actualidad, el problema de la institución de la ley, presenta dificultades no sólo por el funcionamiento mismo -entre otras cosas-, de la ley en nuestro país y, el problema más abarcativo de la tendencia a la globalización del estado de excepción-([2]), sino también -y principalmente-, porque es necesario que podamos ubicar el funcionamiento de una legalidad que opere, para que cuando hablamos podamos escucharnos respecto de nuestras acciones, de modo tal de poder volver sobre ellas respecto de lo que decimos; y, que de las relaciones que se establezcan entre nuestros actos y nuestras palabras dependerán los resultados que luego van a recaer sobre nosotros. Para esto es necesario que dispongamos, que establezcamos, los artefactos simbólicos necesarios para que la palabra tenga lugar; “es importante subrayar estos artefactos a los que podemos dirigirnos, porque serán los que permitan el acceso a aquello que ha marcado al cuerpo en cuestión”([3]) y, que nos acuna desde los primeros meses de vida estableciendo una relación inaugural “entre sonidos y cuerpo”. “Estas marcas en el cuerpo requieren de estos artefactos simbólicos para que la voz pueda transportar las marcas de la palabra”([4]),  por esto, es necesario este aparato simbólico que sanciona “una singularidad para que este cuerpo marcado, [por] las marcas llevadas por la voz, accedan a la palabra”([5]). Esto significa que cuando accedemos a la palabra, hablamos de verdad, lo cual implica, nos implica en relación a una pérdida, me refiero, a la pérdida de objeto que nos hace semejantes, es decir, nos ubica ante la “posibilidad que tenemos de encontrarnos entre semejantes”([6]) en tanto y en cuanto podemos decir que esta pérdida si bien nos afecta a todos, nos afecta singularmente a cada uno de nosotros([7]). Entonces, que haya palabra y que haya verdad que de cuenta de algo, remite a que este algo, atañe a la filiación que ubicamos con relación al saber inconsciente, por lo tanto, esta verdad que queda vehiculizada en y entre las palabras que atañe al saber inconsciente, “se relaciona con la falta”([8]). Dicho de otro modo, esto que “que organiza el saber inconsciente”([9]), y que falta en este saber inconsciente es aquello que Freud y Lacan nos enseñaron a nombrar como “la castración”. De esta articulación podemos extraer como corolario que la función política del psicoanálisis sólo puede consistir en sostener la falta y, por esto mismo, no es posible afirmar el analista en la ciudad, sino más bien, el analizante, -tal como señalaba Fukelman-, en tanto y en cuanto, el analizante refiere a aquel que habiendo pasado por la experiencia del inconsciente -al quedar confrontado con el Universal de la falta-, puede jugar su propia falta como analizante([10]),más allá de la experiencia, y de este modo, trabajar “con la falta, con su falta, y con la falta de origen.” ([11])

Un rasgo de nuestra época consiste en que la obscenidad, el fuera de la escena, se ha hecho visible, pretendiendo con eso haberse completado. El límite entre lo visible e invisible, entre lo privado y lo público queda abolido. Auschwitz/Timisoara dan un nuevo nombre al proceso de la política mundial. Si Timisoara es el Auschwitz, de la edad del espectáculo -recuerden lo que anticipaba Debord-, podemos decir que así como después de Auschwitz es imposible escribir y pensar como antes, después de Timisoara ya no es posible mirar de la misma forma una pantalla de televisión.

Pensamiento, inscripción y mirada reformulan el estatuto del sujeto actual, de modo tal que si “el espectáculo es el lenguaje, la comunicabilidad misma y el ser lingüístico del hombre [...] el capitalismo (o cualquier otro nombre que se quiera dar al proceso que domina hoy la historia mundial) no se dirigía sólo a la expropiación de la actividad productiva, sino también y sobre todo a la alineación del propio lenguaje, de la propia naturaleza lingüística del hombre, de ese logos que un fragmento de Heráclito identifica con lo Común. La forma extrema de esta expropiación de lo Común es el espectáculo, es decir la política en que vivimos.”([12])

Este experimentum linguae que la relación Auschwitz/Timisoara inauguran, proyecta la eliminación del velo del lenguaje, al plantear una división desligada de la castración.

Una vuelta más. Los objetos que la ciencia produce hacen de gadgets del plus de gozar, toman su lugar, pero la particularidad que sitúan es que su producción no compromete a la separación de estos objetos de ningún cuerpo. Esta novedad que la ciencia inaugura en la globalización del estado de excepción plantea una nueva economía no libidinal que globaliza el mercado, esto es evidente, y por tanto, no implican al sujeto([13]), dado que el sujeto resulta y se lee, de la separación del objeto. De esta manera, estos objetos no apuntan, al sujeto y, lo dicen todo; por esto mismo, “para decirlo todo, hacen signo. La falta desaparece. Alguien está allí. El alguien no es portador de la falta, no está congelado entre sujeto y objeto en el fantasma. Sin esta distinción decisiva entre significante y signo, entre sujeto y alguien, entre la generalización del plus-de-jouir y el objeto (a), todo se descarrilla y ya no es posible pensar más o menos correctamente nada. Esta multitud del “alguien” se encuentra rodeada (miméticamente, si se quiere, “pulsionalmente”) por los objetos que produjo la tecnología: mirada espacial, basura cósmica (las heces espaciales, digámoslo, son mucho más contundentes que los penes voladores que supo imaginar el kleinismo).([14])

Esta división desligada de la castración afecta a la economía del velo. La función del velo en los primeros seminarios de Lacan, especialmente en La relación de objeto, interpuesto entre sujeto y objeto situaba la constitución de los cuadros perversos, de modo tal que el objeto al ocupar el lugar reservado al “más allá”, se escinde: es él mismo y la falta. A esta escisión la denominamos Verleugnung. Ahora bien, si el velo del lenguaje quedara eliminado, la falta de signo sexual, violentaría el afuera, violentaría lo excluido, quedando en este rechazo de la segregación –tal como señalaba Lacan-, instituido, inaugurado y fundamentado, el campo de concentración.

Baudrillard cuenta que está viendo televisión en un hotel estadounidense. Pasan una película porno. Se trata de una orgía. Hay cuerpos y deseos por todos lados. Inesperadamente, uno de los actores se acerca y dice al oído de su partenaire, mientras sigue tomándola por atrás: What are you doing after the orgy?([15])

La división de esta escena nos instila la satisfacción del consumo del hacer; What are you doing after the orgy?, ¿Qué vas a hacer después de la orgía?

Lo que Benjamin le advertía a Bataille con motivo de la fundación del grupo Acephale, nos deja hoy a nosotros en las puertas de entrada del campo, Arbeit match frei, El trabajo os hará libres. ¿El trabajo nos hará libres? ¿Qué vas a hacer después de la orgía?

La globalización del estado de excepción en el que nos encontramos nos plantea una especie de disolución del lenguaje en el signo, en una suerte de des-universo dejándonos a todos igualados y diluidos, si se quiere. Por lo tanto, pensar desde la falta nos lleva a reformular la Inclusión social en tanto inscripción de la palabra en el campo del lenguaje. Se nos plantea entonces la pregunta: ¿De qué manera inscribir la producción de la palabra en el campo del lenguaje si no es en la producción del momento en el cual la satisfacción del sujeto encuentra cómo realizarse en la satisfacción de cada uno, es decir, de todos aquellos con los que se asocia en la realización de una obra humana? ([16])

Por esto mismo, esto es una palabra, quiere decir, que “una palabra refiere a un sujeto y en tanto refiere a un sujeto refiere a una singularidad, que no es intercambiable([17]) en ningún campo global.

El lugar de la palabra, que la palabra tenga lugar nos plantea nuestra tarea política con la falta.

 

Omar Daniel Fernández
Andrea Gonzalez



[1] Davoine, Francoise y Gaudillière, Jean Max: HISTORIA y TRAUMA. LA LOCURA DE LAS GUERRAS, Editorial Fondo de Cultura Económica de Argentina, S.A.,  Argentina, 2011.

[2] Fukelman, Jorge: Conferencia realizada en el Hospital Ramos Mejía, Buenos Aires, 23/9/2006, (inédita).

[3] Fukelman, Jorge: Ibidem, p. 193.

[4] Fukelman, Jorge: Ibidem, p. 193.

[5] Fukelman, Jorge: Ibidem, p. 194.

[6] Fukelman, Jorge: Ibidem, p. 194.

[7] Fukelman, Jorge: Ibidem, p. 194.

[8] Fukelman, Jorge: Ibidem, p. 193.

[9] Fukelman, Jorge: Ibidem, p. 193.

[10] Faig, Carlos: “VII. Para acompañar a la lección del 19 de junio de 1968, de Jacques Lacan”, en El Estilo Jádico y otras notas, www.elsigma.com/, 11/03/2013.                                            

[11] Faig, Carlos: Ibidem. Carlos Faig, concluía que: “De allí que en la lección final, agregada al seminario XV después del mayo francés, el 19 de junio de 1968, Lacan se refiera al fantasma del analista. Encontramos en esta suerte de “argumento” externo y ajeno  a la novela, la biografía, la anamnesis, algo congelado y fuera del análisis personal, una zona oscura del “didáctico” (cf., p.e., D’un Autre à l’autre, Seuil, Paris, 2006, p. 23; la lección del 19 de junio).”

[12] Agamben; Giorgio: “GLOSAS MARGINALES A LOS COMENTARIOS SOBRE LA SOCIEDAD DEL ESPECTÁCULO” en “MEDIOS SIN FIN. Notas sobre la política”, Editorial PRE-TEXTOS, España, 2001, pp. 70- 71.

[13] Faig, Carlos: “V. Brevísima nota al Breve discurso a los psiquiatras. IIa. Parte”, en El Estilo Jádico y otras notas, www.elsigma.com/, 11/03/2013.                                                                                                                         

[14] Faig, Carlos: Ibidem.

[15] El presente artículo fue publicado originalmente en:http://www.ppba.org.ar/, en Abril de 2004. Luego fue quitado del sitio y, actualmente se encuentra en el facebook de Carlos Faig publicado con fecha del  30 de septiembre de 2010.                                                                                                                    

[16] Lacan, Jacques: “Función y campo del la palabra y del lenguaje en Psicoanálisis”, Escritos I, Ed. Siglo XXI, décimo cuarta edición en español, segunda reimpresión, Argentina 1988, p. 309.

[17] Fukelman, Jorge: Ibidem, p. 193.